martes, 8 de junio de 2010

I want it, too.

Antes que nada...gracias por los comentarios! Me siento afortunada =)

Capítulo 4.

Sin darse cuenta había llegado ese día que toda madrina ansía o teme, ese día de nerviosismo donde unos padres ofrecen a su hijo para que sea limpiado de sus pecados y adquiera así una salvación eterna. En el caso de Ángela y Hodgins aquello funcionaba como el nombre de Jack: una simple tradición. Porque, ¿qué pecados puede tener un recién nacido? ¿Qué hay más puro y limpio que un bebé? Brennan había aceptado su papel como madrina por lo que legalmente representaba, por su mejor amiga, porque era importante para ella. Booth estaba de acuerdo con el bautismo, por supuesto, y le parecía estupendo encarrilar al pequeño por el camino de la fe. Distintas opiniones consiguieron coexistir el mismo día en un mismo lugar.

Antes de llegar a la iglesia Temperance se había cambiado de vestido tres veces: el primero, el negro, le resultaba demasiado serio para un acto en el que un bebé era el protagonista; el segundo, el rojo, resultaba demasiado atrevido; el tercero, el último y el elegido era beige claro, de manga corta y falda no demasiado larga, un toque de elegancia perfecto para su papel. Cuando se metió en el coche tuvo la extraña sensación de que llegaba tarde, así que miró el reloj por lo menos veinte veces antes de llegar. Y allí, en una inmensa entrada repleta de gente que no había visto nunca, reconoció una cara entre todas las demás.
-¡Booth!- levantó el brazo y lo movió en el aire. En cuestión de segundos él estaba a su lado.

-¡Woooow! ¡Huesos!- la miraba de arriba abajo- Estás preciosa.-
Temperance le sujetó el brazo y arrastró a su compañero hasta un rincón lo más vacío y tranquilo posible.

-Dime por qué tengo que hacer esto…-
-Por Jack, pero no hacía falta que le quitaras protagonismo.- le golpeó el hombro con gracia- ¡Tú ya me entiendes!-
-¿Qué?-
-¡Que estás increíble, huesos!-
-Eso ya me lo has dicho antes.-
-Bueno, no he dicho exactamente eso. Antes he dicho que estabas preciosa y ahora…-
-¡¡¡Booth!!!- le interrumpió- Yo… una iglesia… pero si apenas pude soportar media hora en la boda de Hodgins y Ángela…-
-Tú puedes con cualquier cosa…- sonrió.
Ella se resistió al principio, pero acabó curvando también la comisura de sus labios.
-¿Estarás muy lejos?-
-Justo detrás de ti.-
-¿Qué es lo que tengo que decir?-
-Sólo tienes que responder, ya sabes… no a las preguntas del diablo, sí a las de Dios, ¿entiendes?-
-¿Y si me equivoco y mando a Jack al infierno?-
-¿Es que acaso crees en el infierno?-
-¡No! Claro que no. Pero seguro que sí toda esta gente…- miró hacia el grupo de feligreses.

Booth suspiró intentando disimular una traviesa risita al mismo tiempo.

-Lo harás bien, huesos. Tú lo haces todo bien.- la rodeó con su brazo y comenzaron a caminar- Y cuando esto
termine tú y yo nos iremos de fiesta esta noche. -
-Suena tentador…-
-Oh, sí, lo es… y me invitarás a las cinco primeras copas.-
-¿Cinco?-
-¡Venga, huesos, estás forrada!-
-¿Pero qué es eso de “cinco primeras”? ¿Cuántas habrá, Booth?-
-Eso nunca se sabe, huesos. Será nuestro secreto.-

Ambos rieron mientras desaparecían tras la puerta de la iglesia. Ángela ya estaba allí junto con Hodgins, el pequeño Hodgins, Cam, Michelle y el cura que tenía que ejercer aquella mañana. Los que faltaban se acomodarían en cualquiera de los asientos vacios del principio. Brennan fue hasta el altar y cogió a Jack, que ahora pesaba el doble debido a su indumentaria. Booth la animó desde atrás. Y el resto de la ceremonia transcurrió con total normalidad. Después de la famosa frase: “Jack, yo te bautizo en el nombre del padre, del hijo, del espíritu santo. Amén.” y de recibir el agua bendita, y de, ¿por qué no?, llorar un poco… todo llegó a su fin. Besos y abrazos, enhorabuenas o felicitaciones varias que Temperance no conseguía entender y una estupenda comida en uno de los restaurantes más especiales de DC.

Cuando llegó la noche los dos estaban un poco cansados para su particular celebración. Pero unas horas y unas cuantas copas más tarde, la situación era bien distinta.

-Creo que ya no puedo andar con estos tacones…- murmuró Brennan a la salida del club, deshaciéndose de los zapatos.
-¿Pero qué puñetas haces? No vas a andar descalza por la calle… te puede pasar algo…-
-¿Me puede pasar qué?-
-¡Puedes tropezar!-
-Ahora mismo podemos tropezar los dos con una raya pintada en el suelo, Booth…- ella comenzó a reír y Seeley le siguió.
-Creo que será mejor que te lleve a casa…-
-Cogeremos un taxi.-
-¡Te llevaré a casa!-
-¡¡Cogeremos un taxi!!-
-¡Esta bieeeeen! Tú ganas. ¡Mandona!-
-¡¡Yo no soy mandona!!-
-No grites, Temperance, que estoy a tu lado…-
-Booth… - sonrió mientras se apoyaba sobre el capó de un coche aparcado- Ayúdame con los zapatos otra vez.-

Él se arrodilló frente a Brennan. Tomó uno de sus pies con delicadeza y mientras deslizaba una mano por la pierna de ella consiguió colocar el zapato con la otra. Después se levantó sin aumentar las distancias entre ambos. Miró sus vivos ojos celestes y sonrió un poco más próximo a su cuerpo.

-¿Qué estás haciendo, Booth?-
-Ponerte los zapatos…-
-Pues me da que te has equivocado de sitio…los pies están abajo…- le susurró, sujetándole la cara.
-No me he dado cuenta…-
Se habían acercado tan poco a poco que apenas se percataron. Los labios de Booth casi volaban con ligereza por el cuello de Temperance mientras que ella lo atraía hacia sí de la camisa. Uno de los botones se rompió y cayó al suelo. Entonces aquello sirvió para devolverlos a la realidad.
-¡Lo siento!- se disculpó tan rápido como le volvió la conciencia de sus actos.
-Tranquila, huesos. Voy a llevarte a casa…-