martes, 13 de julio de 2010

I want it, too.

Ante todo, sooooorry por tardar. Trabajo, estres, sobrinos...jajaja. Sorry.
Capítulo 5.

Avergonzada y nerviosa, era incapaz de encajar la llave en el cerrojo para abrir su apartamento. Booth la sujetó de la cintura mientras le cogía el juego de llaves.

-A ver, deja que te ayude…- se ofreció.

Brennan rió al descubrir que ninguno de los dos se encontraba lo suficientemente cabal como para abrir una puerta y agradeció que el taxi les hubiera llevado hasta allí. Cuando consiguieron entrar ambos se dejaron caer sobre el sofá, completamente rendidos.

-¿Te importa que me quede a dormir y no me mueva hasta dentro de una semana?-
-No me importa. Es más, yo pienso hacer lo mismo.-
-Tú vives aquí, huesos.-
-Me refería… a eso de…- bostezó- una semana…-


Seeley se colocó al lado de Brennan y le apartó un mechón de la frente. Ella ni siquiera abrió los ojos. Besó despacio su mejilla antes de levantarse para cogerla en brazos.

-¿Qué estás haciendo?-
-Voy a llevarte a tu dormitorio.-


Una vez en la habitación la tumbó sobre la cama, le quitó los zapatos y la cubrió con una manta. De nuevo acarició su rostro, aspiró su aroma y se sintió embriagado.

-¿Me podrás perdonar por lo que voy a hacer?-
-¿Qué?-


Fue lo último que dijo antes de lanzarse de lleno sobre sus labios. Los besó con fuerza y temor a ser rechazado. Los exploró con rapidez, con miedo a perder. Y cuando se separó los ojos de Brennan estaban abiertos y le miraban fijamente. Entonces, preparado para todo, la incertidumbre acabó convirtiéndose en otro beso que no esperaba. Ahora era la boca de ella la que trabajaba intensamente en un vehemente encuentro. De pronto las manos se pusieron en marcha y las prendas comenzaron a desaparecer. De pronto, con pasión, desenfreno y algunas copas de más, hicieron que el final de la noche no fuese el final de la fiesta; una continuación muchísimo más excitante que la cafeína les esperaba. De pronto, tal y como habían deseado, se abría ante ellos un abanico de caricias, besos, miradas, sonrisas y palabras que evidenciaban todavía más una atracción forzosamente reprimida.

Y el despertar no fue otro que el acogedor abrazo que rodeaba su cuerpo todavía desnudo. Tuvo que parpadear un par de veces para creerlo, pero recordaba lo ocurrido a la perfección, y el dolor de cabeza era lejano a su realidad. Se incorporó en la cama, frotándose la cara con las manos, aún incrédula. Un suave cosquilleo en la espalda desvió su atención y cuando se dio la vuelta volvió a gesticular ese rostro sorprendido.

-¿Estás bien?-
-Eh...no, digo, sí… yo no… no puedo creerlo.-


Booth se incorporó junto a ella, acariciándole el brazo.

-¿Quieres que me marche?-
-Booth… ¿qué hemos hecho?-
-Lo que queríamos hacer, como personas adultas y razonables que somos.-
-No sé… no sé qué decir...-
-Te prepararé el desayuno.-
-¡¡NO!!- le agarró la muñeca- No sé qué decir, pero sí sé lo que quiero… y ahora mismo necesito que te quedes aquí conmigo.-
-Temperance…- la acogió entre sus brazos, volviendo a recostarse- Nada cambia.-
-Pues así es como debería ser… debería cambiar todo entre nosotros.-
-¿Estás arrepentida?-
-Yo no he dicho eso. Yo… quería que sucediera… porque… porque…-
-¿Si?- esperaba con atención.
-¿Tú también?-
-Ey, Temperance…- acariciaba su pelo- No te imaginas todo lo que significas para mí. No hagas complicado lo que es bien fácil. Si tú quieres, nada habrá pasado. Por el contrario, si estás dispuesta, yo… yo quiero estar contigo.-


Ella le miraba en silencio.

-¿No vas a decir nada?-
-Se acaba de cumplir mi deseo, Booth.- le aseguró emocionada- Esto es todo lo que pedía...-
-¿Bromeas?-
-No. Yo no sé bromear.-
-Es verdad, lo haces de pena.- rió, y ella le dio un cariñoso manotazo en el pecho.
-No te pases conmigo.-
-¿Puedo prepararte el desayuno más tarde? Porque ahora tengo que responder a una pregunta importante, cariño…- sonrió, colocándose sobre Brennan, besándole el cuello con destreza.
-No te preocupes por eso, Booth. No tengo hambre…-


Y dicho esto, se retomó aquí el ritmo de la noche anterior.

martes, 8 de junio de 2010

I want it, too.

Antes que nada...gracias por los comentarios! Me siento afortunada =)

Capítulo 4.

Sin darse cuenta había llegado ese día que toda madrina ansía o teme, ese día de nerviosismo donde unos padres ofrecen a su hijo para que sea limpiado de sus pecados y adquiera así una salvación eterna. En el caso de Ángela y Hodgins aquello funcionaba como el nombre de Jack: una simple tradición. Porque, ¿qué pecados puede tener un recién nacido? ¿Qué hay más puro y limpio que un bebé? Brennan había aceptado su papel como madrina por lo que legalmente representaba, por su mejor amiga, porque era importante para ella. Booth estaba de acuerdo con el bautismo, por supuesto, y le parecía estupendo encarrilar al pequeño por el camino de la fe. Distintas opiniones consiguieron coexistir el mismo día en un mismo lugar.

Antes de llegar a la iglesia Temperance se había cambiado de vestido tres veces: el primero, el negro, le resultaba demasiado serio para un acto en el que un bebé era el protagonista; el segundo, el rojo, resultaba demasiado atrevido; el tercero, el último y el elegido era beige claro, de manga corta y falda no demasiado larga, un toque de elegancia perfecto para su papel. Cuando se metió en el coche tuvo la extraña sensación de que llegaba tarde, así que miró el reloj por lo menos veinte veces antes de llegar. Y allí, en una inmensa entrada repleta de gente que no había visto nunca, reconoció una cara entre todas las demás.
-¡Booth!- levantó el brazo y lo movió en el aire. En cuestión de segundos él estaba a su lado.

-¡Woooow! ¡Huesos!- la miraba de arriba abajo- Estás preciosa.-
Temperance le sujetó el brazo y arrastró a su compañero hasta un rincón lo más vacío y tranquilo posible.

-Dime por qué tengo que hacer esto…-
-Por Jack, pero no hacía falta que le quitaras protagonismo.- le golpeó el hombro con gracia- ¡Tú ya me entiendes!-
-¿Qué?-
-¡Que estás increíble, huesos!-
-Eso ya me lo has dicho antes.-
-Bueno, no he dicho exactamente eso. Antes he dicho que estabas preciosa y ahora…-
-¡¡¡Booth!!!- le interrumpió- Yo… una iglesia… pero si apenas pude soportar media hora en la boda de Hodgins y Ángela…-
-Tú puedes con cualquier cosa…- sonrió.
Ella se resistió al principio, pero acabó curvando también la comisura de sus labios.
-¿Estarás muy lejos?-
-Justo detrás de ti.-
-¿Qué es lo que tengo que decir?-
-Sólo tienes que responder, ya sabes… no a las preguntas del diablo, sí a las de Dios, ¿entiendes?-
-¿Y si me equivoco y mando a Jack al infierno?-
-¿Es que acaso crees en el infierno?-
-¡No! Claro que no. Pero seguro que sí toda esta gente…- miró hacia el grupo de feligreses.

Booth suspiró intentando disimular una traviesa risita al mismo tiempo.

-Lo harás bien, huesos. Tú lo haces todo bien.- la rodeó con su brazo y comenzaron a caminar- Y cuando esto
termine tú y yo nos iremos de fiesta esta noche. -
-Suena tentador…-
-Oh, sí, lo es… y me invitarás a las cinco primeras copas.-
-¿Cinco?-
-¡Venga, huesos, estás forrada!-
-¿Pero qué es eso de “cinco primeras”? ¿Cuántas habrá, Booth?-
-Eso nunca se sabe, huesos. Será nuestro secreto.-

Ambos rieron mientras desaparecían tras la puerta de la iglesia. Ángela ya estaba allí junto con Hodgins, el pequeño Hodgins, Cam, Michelle y el cura que tenía que ejercer aquella mañana. Los que faltaban se acomodarían en cualquiera de los asientos vacios del principio. Brennan fue hasta el altar y cogió a Jack, que ahora pesaba el doble debido a su indumentaria. Booth la animó desde atrás. Y el resto de la ceremonia transcurrió con total normalidad. Después de la famosa frase: “Jack, yo te bautizo en el nombre del padre, del hijo, del espíritu santo. Amén.” y de recibir el agua bendita, y de, ¿por qué no?, llorar un poco… todo llegó a su fin. Besos y abrazos, enhorabuenas o felicitaciones varias que Temperance no conseguía entender y una estupenda comida en uno de los restaurantes más especiales de DC.

Cuando llegó la noche los dos estaban un poco cansados para su particular celebración. Pero unas horas y unas cuantas copas más tarde, la situación era bien distinta.

-Creo que ya no puedo andar con estos tacones…- murmuró Brennan a la salida del club, deshaciéndose de los zapatos.
-¿Pero qué puñetas haces? No vas a andar descalza por la calle… te puede pasar algo…-
-¿Me puede pasar qué?-
-¡Puedes tropezar!-
-Ahora mismo podemos tropezar los dos con una raya pintada en el suelo, Booth…- ella comenzó a reír y Seeley le siguió.
-Creo que será mejor que te lleve a casa…-
-Cogeremos un taxi.-
-¡Te llevaré a casa!-
-¡¡Cogeremos un taxi!!-
-¡Esta bieeeeen! Tú ganas. ¡Mandona!-
-¡¡Yo no soy mandona!!-
-No grites, Temperance, que estoy a tu lado…-
-Booth… - sonrió mientras se apoyaba sobre el capó de un coche aparcado- Ayúdame con los zapatos otra vez.-

Él se arrodilló frente a Brennan. Tomó uno de sus pies con delicadeza y mientras deslizaba una mano por la pierna de ella consiguió colocar el zapato con la otra. Después se levantó sin aumentar las distancias entre ambos. Miró sus vivos ojos celestes y sonrió un poco más próximo a su cuerpo.

-¿Qué estás haciendo, Booth?-
-Ponerte los zapatos…-
-Pues me da que te has equivocado de sitio…los pies están abajo…- le susurró, sujetándole la cara.
-No me he dado cuenta…-
Se habían acercado tan poco a poco que apenas se percataron. Los labios de Booth casi volaban con ligereza por el cuello de Temperance mientras que ella lo atraía hacia sí de la camisa. Uno de los botones se rompió y cayó al suelo. Entonces aquello sirvió para devolverlos a la realidad.
-¡Lo siento!- se disculpó tan rápido como le volvió la conciencia de sus actos.
-Tranquila, huesos. Voy a llevarte a casa…-

sábado, 29 de mayo de 2010

I want it, too.

Capítulo 3

Cam tenía suficiente información para descartar a Marie como sospechosa. Sabía que Booth y Brennan estarían casi concluyendo el interrogatorio, por lo que esperó como una hora para llamar. A las cuatro, después de dar mil vueltas por la sala de autopsias, se decidió a marcar el móvil de la antropóloga.

-¡Oh, por supuesto, tú siempre tienes razón!-
-¿No es así? Huesos, ¡no te llevas bien con los niños!-
-Yo soy muy sociable con todo el mundo.-
-¿Interrumpo algo, chicos?- irrumpió la forense al no recibir respuesta alguna.
-No, Cam, hablamos sobre el caso.-
-¿De verdad, Brennan?-
-Sí, eh… ¿para qué llamabas?-
-Tengo inoportunas noticias.-

La Dra. Saroyan les explicó todos los procedimientos de la autopsia que le habían llevado a deducir la inocencia de la novia del asesinado. Después de colgar , Brennan le contó a su compañero las novedades en una jerga comprensible y guardó silencio durante bastante rato de camino al Jeffersonian. Booth detuvo el coche frente a un restaurante italiano y miró a Temperance con emoción.

-¿Tienes hambre?-
-¿Qué?-
-Hambre, huesos. Comida. Ya sabes, algo necesario para vivir. ¿Te apetece?-
-Sí, claro.-

Bajaron del vehículo después de conseguir un buen aparcamiento. En la entrada, la apariencia de aquel italiano resultaba atractiva aunque también algo inasequible. Un amable camarero les llevó hasta una mesa apartada tras unos biombos de bambú, cerca de la ventana. Zona de no fumadores.

-¿Qué celebramos?- preguntó Brennan inspeccionando la carta.
-Que es viernes, que tenemos una sospechosa menos, y… que serás una madre genial, ¿lo sabes?-
-¿Cómo?- sonrió- Si ni siquiera me he planteado serlo.-
-No hemos vuelto a hablar sobre el tema, ¿recuerdas? –
-Booth…-
-Temperance…-

Ella le miró con los ojos bien abiertos. Cuando la llamaba así, cuando pronunciaba su nombre, el tema de conversación se volvía más serio, importante.

-Siento lo que te dije. Sí que puedes llevarte bien con los niños, siempre y cuando no uses ese vocabulario enrevesado.-
-¿Qué quieres?-
-Hablé con Ángela.-
-¿Por qué?-

El simpático camarero volvió dispuesto a tomar nota del menú. A la vez, se tomó la libertad de servirles un poco de vino de la casa.

-¡Ella me lo dijo!-
-¿Te dijo qué?-
-Que no volviste ni una sola vez. Vamos, Temperance, yo estaba allí cuando te fuiste a toda prisa.-
-Booth, ¿me propones entrar aquí para sonsacarme? ¡Yo no he hecho nada malo!-
-No es lo que has hecho, ¡es lo que no haces!-
-¿¿Qué??-
-Disculpen- los dos volvieron la vista hacia el señor- ¿Qué van a tomar?-
-Nada. Ya no tengo hambre…- Brennan se levantó de la mesa, miró a Booth y cogió su chaqueta- Ah, y una cosa… puede que Angie tenga razón y si tanto me conoces deberías saberlo.-dejó la servilleta encima del plato vacío y salió de allí.
-Mierda, mierda… ¡huesos! ¡Huesos, espera!- él salió tras ella -¡Huesos!- gritó.
-¡Que me dejes!-

Varias personas se quedaron observando el espectáculo.

-Tienes que contarme lo que ocurre, si no, no podré ayudarte.-

Brennan se detuvo en medio de la acera y esperó a que su compañero llegara hasta su lado.

-Tengo miedo.-
-¿De qué tienes miedo?-
-Pensé que no quería nada de esto. Pensé que no quería una familia… pero cuando miro a mi alrededor, cuando veo a Hodgins y Ángela tan felices con Jack, a Cam y Michelle, a ti y a Parker… tengo miedo de quedarme completamente sola.-
-Ey, Temperance, no…- la abrazó- No estás sola. Yo estoy aquí.-
-¿Hasta cuándo?-
-Hasta que tú me pidas que me vaya. Y aún así no lo haré, te lo aseguro.-

Brennan sujetó la fuerte espalda de Seeley y hundió el rostro entre los pliegues que su camiseta formaba en el pecho. Él le acarició el pelo. Cuando estuvo un poco más calmada la separó para poder verle la cara y limpió con la palma de su mano una rebelde lágrima que descendía por la mejilla de aquella hermosa mujer.

-Yo no te abandonaré jamás…- con el dedo índice le recogió con cuidado una pestaña que se había quedado pegada en el pómulo izquierdo, debido a la humedad de las lágrimas- Eh, huesos, fíjate- movió el dedo frente a sus ojos- Debes pedir un deseo.-
-Booth, yo no creo que…-
-Temperance- la cortó, ella sonrió- Pide un deseo.-

La antropóloga cerró los ojos y suspiró. El agente del FBI asintió orgulloso.

-¿Me dirás que has pedido cuando se te cumpla?-
-¿Tardará mucho?-
-Nah…yo creo que no.-
-Entonces lo sabrás. Cuando se cumpla, lo sabrás.-

miércoles, 26 de mayo de 2010

I want it, too.

Capítulo 2.
-¿Me vas a decir qué ocurrió?
-¿Qué?- Temperance miró a su amiga.
-Sabes a qué me refiero. ¿Por qué no volviste por el hospital? ¿Qué fue lo que te asustó?
-Nada, yo… nada. Tenía que trabajar.
-Cuando me hablas así no te creo, Brennan.

Ángela se acercó, tendiéndole a Jack, y se dispuso a comprobar la temperatura del agua.

-¿Puedes ir quitándole la ropa?

-Eh, sí…- algo dudosa dejó a su ahijado sobre el cambiador y comenzó a desvestirle.
-Eres muy mala mentirosa.
-¿¿Cómo??
Angie rió al contemplar el rostro sorprendido de su amiga.

-Aguantaste muy poco la presencia de Booth. Creí que estaba todo olvidado.
-No quiero hablar de eso ahora.
-Pues me vas a escuchar- cogió al bebé para bañarlo- No me gusta que mi mejor amiga no tenga algo que quiere tener.
-Yo no quiero a Booth…
-No me refería a él, pero desde luego también está implicado en esta conversación.
-¿A qué te refieres entonces?
-¿Todavía quieres ser madre?
-¿¿¿Qué??? ¡¡No!!- negaba con la cabeza.
-Entonces solo quieres tener un hijo de Booth…
Ángela enjabonaba con delicadeza a su hijo, que ahora lloraba.

-¿Le pasa algo?
-No le gusta el agua.
-Quizás está demasiado caliente…
-No está demasiado caliente, Brennan. Deja de intentar liarme para que se me olvide lo que tengo que decir, ¿me oyes?- sacó a Jack del agua y lo envolvió en una toalla -Vigílamelo mientras voy a por su ropa.
-Claro.

Angie salió de la habitación y Brennan se acercó al lado del pequeño, quien se movía agitado mientras ella le acariciaba el vientre.

-Me gustaría saber por qué no estás quieto nunca- le toco la nariz con la yema del dedo índice, él dirigió sus pupilas con el movimiento e hizo un extraño ruidito con la boca- Eh… ¿tú opinas igual que tu madre? No quiero aliados- Jack estornudó- ¿Eso es un sí?
-Es la quinta vez que te lo digo, Brennan, no te entiende.
-Lo sé- sonrió- Tengo que volver al laboratorio.
-¿Desayunamos juntas mañana?
-Claro. Te esperaré en el Dinner.- le besó la mejilla.
-Brenn… acabas de librarte de mi charla, otra vez.
-¡Hasta mañana!- besó también la manita de Jack- Se bueno.

Al salir de aquel apartamento pudo descansar al fin de una conversación que la había mantenido tensa todo el tiempo. Se relajó, tomó aire, lo soltó suavemente y se montó en el coche. Nada más ponerse el cinturón comenzó a sonar la melodía de su móvil. Rebuscó en el interior de su bolso, lo encontró, miró el identificador de llamada…todo en milésimas de segundo; y pulsó entonces el botoncito verde.

-¿Qué ocurre, Booth?
-No te lo vas a creer. ¿Te acuerdas de Marie? La novia sospechosa del jefe asesinado. ¡¡Pues no tiene coartada!! Era mentira. Dos personas la vieron en la escena del crimen esa misma mañana. Voy a interrogarla. ¿Qué, huesos? ¿Te vienes?
-Estoy bajo el apartamento de Ángela.
-¡Eyyyyy! ¿Cómo está el pequeño Jack?
-No le gusta el agua.
-Es normal, huesos. Muchos bebés se incomodan con el agua. Bueno, ¿qué vas a hacer?
-Yo no puedo hacer nada, Booth; si no le gusta, no le gusta.
-Me refería al interrogatorio. ¿Me acompañas?
-Pues sí, trabajamos juntos, ¿no?
-¡Bien! Dale la dirección a tu GPS mágico y nos vemos allí en veinte minutos.

domingo, 23 de mayo de 2010

I want it, too.

Capítulo uno.
“Llego tarde” murmuraba sin dejar de mirar su reloj en un ascensor repleto de gente. “Llego muy tarde” se repitió. Y un pitido ligeramente ensordecedor anunció la llegada a la séptima planta. “Yo me quedo aquí” dijo como si resultara importante para todos, saliendo de aquel agobiante y reducido espacio, moviendo los brazos y las piernas con soltura para disfrutar de la libertad de la amplitud. Volvió a mirar su reloj. “¡Mierda!” y avanzó por el pasillo con rapidez. El olor a rosas, claveles, margaritas, azucenas… en definitiva, a flores, la inundó al atravesar el área de maternidad. Había llantos, pero eran los menos. Aquel lugar estaba lleno de abuelas orgullosas que esperaban en las puertas de las habitaciones, maridos nerviosos, familiares recién llegados desde muy lejos… cosas que resultaban desconcertantes para alguien que había decidido no tener hijos. Buscó la 406 con atención y no tardó demasiado en encontrarla, pues una pista lo hacía evidente: Hodgins saludaba desde lejos. Llegó a abrazarle, o más bien él la abrazó a ella.

-Enhorabuena…- murmuró, no sabía si de forma convincente, pero debía de decirlo.
-Pasa, Brennan. Angie te está esperando.

Y en el interior, como no, más flores. Las caras eran conocidas: allí estaba Cam, Sweets y Daisy… y el pequeño desconocido al cual aún no había visto. Atravesó la habitación después de saludarlos a todos con la mirada y sí, esta vez sí, abrazó a su amiga, que yacía tumbada en una confortable cama de hospital.

-Enhorabuena.- volvió a decir, esta vez con una sonrisa.
-Gracias, Brenn. – le cogió la mano- ¿Lo has visto?- preguntó emocionada.
-Es diminuto…- miró hacia la cunita con ruedas que parecía ahora el cofre de un tesoro, el cual todos admiraban.
-¿Quieres cogerlo?
-Oh, Angie, yo creo que no debería…- se disculpó, pero su mejor amiga no tardó en interrumpirla.
-Vamos, quiero que su madrina coja al pequeño Jack.
Temperance sonrió.
-¿Jack, al final?
-Sí, como su padre y su abuelo y más antecesores. No queremos romper la tradición.- murmuró con ironía.

Ella asintió con la cabeza y se colocó al lado de la cunita. Sweets, Cam y Ángela se miraban cómplices mientras la Dra. Brennan se esforzaba por coger al recién llegado. Cuando lo tuvo entre los brazos sonrió, mientras con su mano libre movía los dedos en una inocente danza.

-¡Falanges! ¡Falanges que bailan!- todos rieron, incluso el pequeño Jack pareció encontrar graciosa la situación, puesto que imitó lo más cercano a una sonrisa con su dulce boquita. -¡Le gusto!- anunció Brennan a la nueva mamá.
-¡Pues claro! ¿Cómo no le vas a gustar? Eres su tía.
Temperance bajó la cabeza para volver a mirar al bebé, y se sentó en la cama al lado de su amiga.
-Tiene muchísimo pelo…
-Y eso me encanta.- le respondió Ángela, riendo.

Daisy y Sweets cogieron sus cosas para marcharse, pues llevaban allí un buen rato, y se despidieron de los demás. Cam, sin embargo, se acomodó al lado de Brennan y Ángela, acariciando la manita del nuevo miembro del equipo. Aquel momento parecía estar rodeado de un halo, un halo de colores que inundaba la habitación e impedía que alguien pudiese hablar. Sólo una persona era capaz de romper ese silencio, una persona que apareció tras el umbral de la puerta con un enorme peluche azul que apenas le dejaba ver.

-¿¡Cómo está la madre más guapa del hospital!?
-¡¡Booth!!
Después de dejar el “monstruo” en un rincón, se acercó a Ángela y la abrazó.
-¡Qué bien te sienta ser mamá!- la besó en la mejilla.
-Ya lo creo, Booth.- sonrió.

El agente del FBI levantó la mirada en busca del bebé y entonces vio a su compañera. Una imagen tierna a la par que hermosa. Se acercó a ambos después de saludar a Cam.

-¡Campeón!- zarandeó despacio la mano de Jack- ¡Pero si eres más alto que tu padre!
-¡¡Eso sí que no te lo permito!!- gritó Hodgins desde la puerta.
-Es una broma sin mala intención- miró a la mujer que le sostenía y sonrió aún más- Mmm…te queda bien…
-¡Olvídalo!- le aseguró. Todos comenzaron a reír como si hubiera contado algún tipo de chiste. Entonces le tendió el bebé a su compañero.- A ti te queda mejor.

Unas miradas comprometidas quedaron envueltas en el silencio, también comprometido, del lugar.

-¿De verdad?- se entrometió Cam entre la pareja ausente y cogió a Jack de los brazos de Seeley.
-¿Qué?- dijeron los aludidos, a la vez.

De nuevo las risas volvieron a llenar la habitación.

-Tengo que irme.
Temperance se levantó de golpe y cogió su bolso.
-Ah, se me olvidaba, Angie...- sacó del interior una cajita y se la tendió a la artista- Esto es para mi ahijado.
-Gracias, Brenn.
-No hay de qué. Estaré en el laboratorio si me necesitas.
-¿Es que no puedes dejar de trabajar ni en un momento como este?
-Volveré.- besó la mejilla de su amiga, acarició el brazo de Booth y le dio dos besos a Cam antes de salir.
- ¡Pero Brennan!

Y ahí se quedaron los tres, bueno, los cuatro, sin saber qué decir.

-¿Ya te vas?- le preguntó Hodgins al verla salir con tanta prisa.
-¡Sí! Tengo que trabajar. Hasta luego.- se despidió sin dejar de caminar.

Todo lo que dejaba atrás era demasiado incómodo para ella. Una familia perfecta, un bebé perfecto… ¿acaso no lo conseguiría nunca? ¿Acaso sería un problema para ella pensar que estaba a medio camino de tener esa realidad tan “incómoda”? No retrocedió ni tan siquiera para pedir perdón a la enfermera con la que había tropezado. Deseaba salir de allí y no volver jamás.